Desde hace dieciséis años hago una exposición individual en la que muestro el proceso de trabajo de los últimos doce meses. Suelo buscar museos o galerías para este fin, incluso mi propia casa taller ha fungido con éxito como sede de estos eventos en los que he agasajado al público tanto con la obra, como con una cena hecha en casa por mí misma.

Pero el año pasado quise hacer algo diferente: presentar mi obra de otra manera. Pensé en cómo llamar a un evento donde se mostrara la obra sin marco, con mi público llevando guantes blancos y una lupa en mano. Habiendo asistido a varias catas tanto de vino como de postres u otros manjares en las que puedes probar pequeñas cantidades de deliciosas bebidas o alimentos, observé la semejanza con el tipo de muestra que deseaba llevar a cabo. Así, nombrarlo Cata de Obra, me vino de manera natural.

Elegí como sede a Palíndromo, un lugar donde no sólo puedes beber y comer a gusto y rico, sino que es un referente de eventos de arte independiente en la ciudad desde hace años, dándole espacio a múltiples manifestaciones: conciertos, presentaciones de libros, conferencias, talleres, etc. Además, Palíndromo tiene una belleza underground, sucede aquello cuyo temblor va más allá de lo mainstream.

La noche del evento llegó, mi público arribó a Palíndromo y comenzamos la Cata. Montamos una mesa larga cubierta con un gran mantel de estampado en garigoles grises. La gente se enfundó sus guantes blancos y esperaron a que les fuéramos pasando las obras a apreciar. A cada quien le proporcionamos unas hojas con el manifiesto de la muestra: una lista con los títulos de cada cuadro junto con la ficha técnica y una breve explicación de la narrativa de los dibujos. Yo estuve ahí para explicar de qué iba la serie y la historia que se devela en las imágenes. Cada obra estaba en las manos de los espectadores por tres minutos. Discretamente trazado con lápiz al reverso de los dibujos, un número era la guía para consultar el manifiesto.

Confieso que tuve un poco de miedo de que la obra pudiera dañarse, pero comprobé que mi público es maravilloso, al final de la noche revisé cada cuadro y todos estaban en perfecto estado. Me dejé caer simbólicamente en sus manos y me cuidaron, pude apreciar mucho más cerca la expresión de sus rostros al ver la obra tan de cerca. Tocar el trabajo de un artista es algo que precisamente está prohibido en museos y galerías, aquí habían podido hacerlo, ver la obra todo lo cerca que desearon, tan cerca como yo la tengo cuando la trabajo. Fue increíble.

Y este año lo repito, la segunda parte de la Cata de Obra viene el sábado 11 de noviembre a partir de las 19:00 horas en Palíndromo Café-Librería. No se lo pierdan. Confirma tu participación en el evento de Facebook.

Compartió para impetuosa, Diana Martín.

Qué es una Cata de obra – En manos del público
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